¿Por qué sonreír?


Hoy hablaremos de este gesto que quizás hayas hecho al ver la imagen. El gesto es sonreír y si lo has hecho es una buena noticia. Tus neuronas espejo han actuado. Si no, no te preocupes, aunque actúen no siempre reflejamos externamente el gesto de los demás. Lo explicaremos más adelante.
Sonreír puede parecer un gesto simple sin embargo tiene importancia en nuestro día a día. Al igual que cuando estamos contentos, sonreímos, el proceso contrario también tiene efecto. Si sonreímos, nos sentimos mejor.
Cada vez que sonríes, aunque sea una sonrisa forzada, tus músculos avisan a tu cerebro. Le informan de que estás a gusto. Cuando los músculos del área de la boca se fuerzan hacia arriba, la información que el cerebro recibe significa “me siento” y esa interpretación genera un circuito: si sonrío estoy bien, si sonrío estoy feliz. Te cuelgas la etiqueta de que “estás bien” y te comportas como el que se siente bien.

Richard Wiseman ha demostrado en sus experimentos que incluso forzar la sonrisa durante 59 segundos ya produce beneficios fisiológicos. El cerebro interpreta que si sonríes, estás feliz y libera sustancias que también te provocan placer y esto se convierte en un círculo que se retroalimenta.

Se ha demostrado también que la sonrisa puede ayudar a frenar las enfermedades cardíacas. Sonreír estimula la producción de las beta-endorfinas, unas sustancias que actúan como neurotransmisores cerebrales y son consideradas como la morfina natural del organismo por su efecto analgésico sobre las respuestas del sistema nervioso al dolor y por ayudar a regular el sistema inmunológico.

Sonreír nos ayuda a nosotros mismos pero también a relacionarnos con los demás. Sonreír favorece un tono más positivo de la conversación. La otra persona puede sentirse mejor hablando con nosotros porque sonriendo le estamos mostrando que estamos a gusto y/o que lo que nos dice nos agrada.
La sonrisa favorece la comunicación porque nos hace parecer más atractivos, seguros y accesibles. La interacción con otras personas se hace más fácil y más agradable cuando se comparten sonrisas y risas, ya que estas conductas son contagiosas.
La sonrisa mejora la comunicación: parecemos seguros y accesibles y contagiamos nuestro estado de ánimo.
Para explicar por qué es contagiosa tenemos que volver recurrir a las neuronas espejo que mencionamos al principio y ahora explicamos. Las neuronas espejo se activan en el cerebro de la misma forma cuando realizamos una actividad, observamos a otros hacerlo o incluso solo tenemos una representación mental de la misma y por tanto producen el mismo efecto en nuestro cuerpo.

Lo podemos ver en muchos ejemplos. Cuando al ver a una persona bostezar, también tendemos a bostezar o cuando vemos una película y se nos acelera el corazón al igual que a sus protagonistas.

Las neuronas espejo se activan cuando realizamos una actividad, la observamos o tenemos una representación mental de ella.
El mecanismo neurológico de las neuronas espejo, descubierto por Giacomo Rizzolatti, explica por qué somos capaces de entender el significado de los gestos y emociones de los demás y comprendemos, sus intenciones y acciones. Somos capaces de empatizar, de “ponernos en la piel de los demás”.
Como podemos ver, tenemos una herramienta para sentirnos mejor. Incluso forzando la sonrisa durante poco tiempo (¡ sólo 59 segundos!) podemos conseguir sentirnos contentos y además contagiarlo a los demás porque nos ayudan las neuronas espejo.

Fuentes consultadas:
Rizzolatti, G., Fadiga, L., Gallese, V., & Fogassi, L. (1996). Premotor cortex and the recognition of motor actions.Cognitive brain research, 3(2), 131-141.
Wiseman R. (2012). 59 segundos. Piensa un poco para cambiar mucho. Editorial RBA Libros.

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