Kaizen o método de mejora continua

¿Cuantas veces nos hemos trazado algunas metas y las postergamos al mes siguiente, o a dentro de dos meses o incluso para el año que viene?

Otras veces sí que empezamos a hacer lo que habíamos planeado pero al cabo de los días acabamos abandonando la tarea ¿por qué ocurre eso? Mucha veces esto nos pasa porque la carga es demasiado grande, porque nos sentimos cansados y aún no estamos acostumbrados...

Método Kaizen, o mejoramiento continuo 





“Hoy mejor que ayer, mañana mejor que hoy”, esta es la máxima que defiende el kaizen, una palabra japonesa que significa “mejora continua”. De hecho, es mucho más que un simple vocablo, se trata de una filosofía de trabajo que muchas empresas han abrazado para mejorar su productividad y que también se puede aplicar en el ámbito del crecimiento personal.

La esencia de este método está en que la persona ejecute determinada tarea cada día a la misma hora durante un minuto. Un minuto es muy poco tiempo y eso quiero decir que cualquiera puede hacerlo y la pereza no se interpondrá en su camino. Esas mismas tareas que no querías hacer durante media hora y para las cuales normalmente encuentras alguna excusa podrán ser fácilmente ejecutadas durante 60 cortos segundos.
Saltar la cuerda, hacer flexiones de pecho, ejercitar un poco los músculos de los ojos, hacer algo de yoga, leer un libro en otro idioma — no es nada difícil cuando sabemos que sólo ejecutaremos esa tarea durante un minuto: por el contrario, es motivo de alegría y satisfacción. Y es precisamente dando pequeños pasos que puedes alcanzar resultados que seguramente ni te imaginabas.

¿Cómo surgió el kaizen?


Corría la década de 1950, en un Japón ocupado por las fuerzas militares estadounidenses. En aquella época, muchos profesionales norteamericanos se trasladaron a Japón para brindar sus servicios de consultoría a la industria, en aras de instruir a los dirigentes sobre los métodos de trabajo más eficaces.
Así, el Training Within Industry, un programa que tenía como objetivo desarrollar los mandos intermedios para aumentar la productividad en las fábricas, se fusionó con la filosofía y el modo de hacer japonés. De la conjugación entre la cultura milenaria y la tendencia racional occidental nació la “Estrategia de Mejora de la Calidad Kaizen”, que llevó a la industria del país nipón a colocarse entre las primeras economías del mundo.

 ¿Por qué el kaizen es una herramienta tan poderosa?


El kaizen es una filosofía que se basa en dos pilares fundamentales: la gradualidad y la continuidad. Se trata de descomponer nuestros objetivos en pequeñas tareas, de forma que demos solo un paso a la vez. De esta forma no nos sentiremos desbordados psicológicamente, sino que nos mantendremos motivados y concentrados.
A la vez, esos pasos deben adquirir un carácter continuo; es decir, debemos avanzar cada día, aunque sea tan solo un poco y aunque lo que hagamos no sea perfecto al 100%. El kaizen afirma que la perseverancia es el terreno en el que germinan los progresos.

Esta peculiar forma de comprender el crecimiento personal se aplica en los procesos de coaching, para lograr que las personas alcancen sus objetivos sin sentirse desbordadas y de una manera más sencilla, acelerando el proceso de cambio, pero sin generar traumas ni presiones innecesarias.

De hecho, aplicar el kaizen a nuestra vida cotidiana es muy ventajoso:
  1. Permite superar el bloqueo inicial provocado por la resistencia al cambio. A menudo, cuando nos planteamos grandes objetivos, nos sentimos desbordados por la cantidad de tareas que se perfilan en el horizonte. Sin embargo, el kaizen nos indica que para lograr una meta, debemos dar pequeños pasos de forma constante. De esa manera, podemos superar esa resistencia inicial que suelen generar las transformaciones drásticas y que suele estar basada en el miedo al cambio.
  2. Pone fin a la procrastinación. La procrastinación es uno de los principales enemigos de la productividad. Sin embargo, es muy fácil caer en sus redes, sobre todo cuando las tareas que tenemos por delante son muy complicadas o demandan mucho tiempo. Por eso, el kaizen propone dividir la tarea en unidades tan pequeñas que nos resulte imposible no hacerlas. Por ejemplo, si quieres aprender un nuevo idioma pero te sientes desbordado/a por la magnitud del objetivo, simplemente debes plantearte aprender una palabra nueva cada día. 
  3. Conduce a resultados permanentes. Los hábitos se encuentran en la base de toda gran transformación, pero cuando hemos mantenido las mismas costumbres durante años, es difícil deshacerse de ellas. Sin embargo, como los cambios que propone el kaizen son tan pequeños, resulta más fácil formar nuevos hábitos que posteriormente den lugar a transformaciones permanentes. De hecho, una de las ideas esenciales de esta filosofía es que los pequeños cambios, realizados de manera continua a lo largo del tiempo, tienen un gran impacto en nuestra vida. Estos cambios terminan comportándose como una bola de nieve; es decir, generan transformaciones mayores que nos acercan cada vez más a nuestra meta.

¿Cómo aplicar el kaizen a tu vida cotidiana?


Existen diferentes formas de aplicar esta filosofía, pero puedes comenzar planteándote algunas preguntas básicas:
  • ¿Qué resultados deseas alcanzar?
  • ¿Qué hábitos necesitas poner en práctica para alcanzar esos resultados?
  • ¿Cuál es el pequeño paso más grande que puedes dar para empezar a formar esos hábitos?
Recuerda que la clave radica en poner en práctica cambios tan pequeños que te resulte imposible fallar o procrastinar. 



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